La Epístola a los
HEBREOS
Dios ha hablado por su Hijo
HEBREOS 1
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de
la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó
más excelente nombre que ellos.
El Hijo, superior a los ángeles
5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy,
y otra vez:
Yo seré a él Padre,
Y él me será a mí hijo?
6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:
Adórenle todos los ángeles de Dios.
7 Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus,
Y a sus ministros llama de fuego.
8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;
Cetro de equidad es el cetro de tu reino.
9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
10 Y:
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.
11 Ellos perecerán, mas tú permaneces;
Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no acabarán.
13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los
que serán herederos de la salvación?
Una salvación tan grande
HEBREOS 2
1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos
oído, no sea que nos deslicemos. 2 Porque si la palabra dicha por medio de los
ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa
retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan
grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue
confirmada por los que oyeron, 4 testificando Dios juntamente con ellos, con
señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo
según su voluntad.
El autor de la salvación
5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos
hablando; 6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
O el hijo del hombre, para que le visites?
7 Le hiciste un poco menor que los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra,
Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
8 Todo lo sujetaste bajo sus pies.
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él;
pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 9 Pero vemos a aquel
que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de
honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.
10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas
las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria,
perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. 11 Porque el
que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos, 12 diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.
13 Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y librar a todos los que por el
temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16 Porque
ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a
ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para
expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo
tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Jesús es superior a Moisés
HEBREOS 3
1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; 2 el
cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de
Dios. 3 Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto
tiene mayor honra que la casa el que la hizo. 4 Porque toda casa es hecha por
alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. 5 Y Moisés a la verdad fue
fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a
decir; 6 pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si
retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.
El reposo del pueblo de Dios
7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:
Si oyereis hoy su voz,
8 No endurezcáis vuestros corazones,
Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
9 Donde me tentaron vuestros padres; me probaron,
Y vieron mis obras cuarenta años.
10 A causa de lo cual me disgusté contra esa generación,
Y dije: Siempre andan vagando en su corazón,
Y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi ira:
No entrarán en mi reposo.
12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los
otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se
endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de
Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del
principio, 15 entre tanto que se dice:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.
16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los
que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él
disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en
el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos
que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
HEBREOS 4
1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo,
alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se
nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la
palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero los que hemos
creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. 4 Porque
en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el
séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6 Por lo tanto, puesto
que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció
la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un
día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado
en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante
ejemplo de desobediencia. 12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón. 13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su
presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de
aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Jesús el gran sumo sacerdote
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el
Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro.
HEBREOS 5
1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor
de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y
sacrificios por los pecados; 2 para que se muestre paciente con los ignorantes y
extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; 3 y por causa de
ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el
pueblo. 4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como
lo fue Aarón.
5 Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el
que le dijo:
Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy.
6 Como también dice en otro lugar:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran
clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su
temor reverente. 8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos
los que le obedecen; 10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden
de Melquisedec.
Advertencia contra la apostasía
11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os
habéis hecho tardos para oír. 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de
tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los
primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13 Y todo aquel que
participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14
pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por
el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
HEBREOS 6
1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante
a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas, de la fe en Dios, 2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de
manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. 3 Y esto haremos,
si Dios en verdad lo permite. 4 Porque es imposible que los que una vez fueron
iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu
Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo
venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento,
crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce
hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de
Dios; 8 pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser
maldecida, y su fin es el ser quemada.
9 Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y
que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así. 10 Porque Dios no es injusto
para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su
nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. 11 Pero deseamos que
cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza
de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
13 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro
mayor, juró por sí mismo, 14 diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y
te multiplicaré grandemente. 15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la
promesa. 16 Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para
ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. 17 Por lo
cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la
inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; 18 para que por dos cosas
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo
consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de
nosotros. 19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra
hasta dentro del velo, 20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho
sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
El sacerdocio de Melquisedec
HEBREOS 7
1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió
a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a
quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa
primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin
padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de
vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio
diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el
sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es
decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de
Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de
Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión
alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí ciertamente reciben los
diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.
9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los
diezmos; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le
salió al encuentro.
11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él
recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro
sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden
de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio
de ley; 13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie
sirvió al altar. 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de
Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un
sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca
de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues se
da testimonio de él:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e
ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor
esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.
20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los otros ciertamente sin
juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo:
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no
podían continuar; 24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los
que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado
de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad
cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus
propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para
siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a
débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo,
hecho perfecto para siempre.
El mediador de un nuevo pacto
HEBREOS 8
1 Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal
sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos, 2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó
el Señor, y no el hombre. 3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste
tenga algo que ofrecer. 4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera
sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la
ley; 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales,
como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole:
Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.
6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera
sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
8 Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen días, dice el Señor,
En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9 No como el pacto que hice con sus padres
El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
Porque ellos no permanecieron en mi pacto,
Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
11 Y ninguno enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos me conocerán,
Desde el menor hasta el mayor de ellos.
12 Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo
y se envejece, está próximo a desaparecer.
HEBREOS 9
1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario
terrenal. 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte,
llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la
proposición. 3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el
Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto
cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía
el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ella
los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se
puede ahora hablar en detalle.
6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los
sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero en la
segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual
ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8 dando el
Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al
Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en
pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan
ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia,
al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de
diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo
de reformar las cosas.
11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por
el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de
esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos
cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la
purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante
el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras
conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte
para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los
llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay
testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el
testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el
testador vive. 18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19
Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el
pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana
escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20
diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21 Y además de
esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del
ministerio. 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin
derramamiento de sangre no se hace remisión.
El sacrificio de Cristo quita el pecado
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen
purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que
estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar
Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario
padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación
de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado. 27 Y de la manera que está establecido para
los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también
Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá
por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
HEBREOS 10
1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma
de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 2 De otra manera
cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no
tendrían ya más conciencia de pecado. 3 Pero en estos sacrificios cada año se
hace memoria de los pecados; 4 porque la sangre de los toros y de los machos
cabríos no puede quitar los pecados. 5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el
pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),
9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo
primero, para establecer esto último. 10 En esa voluntad somos santificados
mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo
muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una
sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 15 Y nos atestigua
lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
17 añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través
del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de
Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza,
porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca.
Advertencia al que peca deliberadamente
26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento
de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda
expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos
muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que
pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual
fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al
que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El
Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
32 Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber
sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; 33 por una parte,
ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por
otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante.
34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros
bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y
perdurable herencia en los cielos. 35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que
tiene grande galardón; 36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo
hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
37 Porque aún un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
38 Mas el justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para preservación del alma.
La fe
HEBREOS 11
1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve. 2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3 Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella. 5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte,
y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo
testimonio de haber agradado a Dios. 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan. 7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por
Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su
casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la
justicia que viene por la fe.
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como
extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también
la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun
fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las
estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la
orilla del mar.
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino
mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran
extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen,
claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado
pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza
de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había
recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te
será llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de
entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. 21 Por
la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado
sobre el extremo de su bordón. 22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida
de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por la fe
Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites
temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo
que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como
viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre,
para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios
hacer lo mismo, fueron ahogados. 30 Por la fe cayeron los muros de Jericó
después de rodearlos siete días. 31 Por la fe Rahab la ramera no pereció
juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac,
de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 33 que por
fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de
leones, 34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas
de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos
extranjeros. 35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas
otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor
resurrección. 36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto
prisiones y cárceles. 37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos
a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de
cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38 de los cuales el mundo no era
digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra.
39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no
recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros,
para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Puestos los ojos en Jesús
HEBREOS 12
1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,
para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4 Porque aún no habéis
resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado
la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.
7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es
aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la
cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9 Por
otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y
viviremos? 10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a
ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente
parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de
justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Los que rechazan la gracia de Dios
12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced
sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino,
sino que sea sanado. 14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual
nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia
de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos
sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú,
que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun
después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad
para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en
fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al sonido de la
trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se
les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una
bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; 21 y tan terrible
era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 22 sino que os
habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de
los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a
los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta desde los cielos. 26 La voz del cual conmovió
entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré
no solamente la tierra, sino también el cielo. 27 Y esta frase: Aún una vez,
indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las
inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29
porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Deberes cristianos
HEBREOS 13
1 Permanezca el amor fraternal. 2 No os olvidéis de la hospitalidad, porque por
ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. 3 Acordaos de los presos, como si
estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también
vosotros mismos estáis en el cuerpo. 4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el
lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. 5
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque
él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir
confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.
7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad
cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. 8 Jesucristo es el
mismo ayer, y hoy, y por los siglos. 9 No os dejéis llevar de doctrinas diversas
y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con
viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. 10 Tenemos un
altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. 11
Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es
introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del
campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su
propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos, pues, a él, fuera del
campamento, llevando su vituperio; 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente,
sino que buscamos la por venir. 15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio
de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre. 16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales
sacrificios se agrada Dios. 17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos;
porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que
lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
18 Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando
conducirnos bien en todo. 19 Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo os
sea restituido más pronto.
Bendición y salutaciones finales
20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el
gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en
toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es
agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de
los siglos. Amén.
22 Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he
escrito brevemente. 23 Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con
el cual, si viniere pronto, iré a veros. 24 Saludad a todos vuestros pastores, y
a todos los santos. Los de Italia os saludan. 25 La gracia sea con todos
vosotros. Amén.