La Epístola del Apóstol San Pablo a los
ROMANOS
Salutación
ROMANOS 1
1 Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio
de Dios, 2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas
Escrituras, 3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de
David según la carne, 4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, 5 y por quien
recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las
naciones por amor de su nombre; 6 entre las cuales estáis también vosotros,
llamados a ser de Jesucristo; 7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios,
llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del
Señor Jesucristo.
Deseo de Pablo de visitar Roma
8 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos
vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. 9 Porque testigo me es
Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar
hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, 10 rogando que de alguna
manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a
vosotros. 11 Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de
que seáis confirmados; 12 esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que
nos es común a vosotros y a mí.
13 Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a
vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros
algún fruto, como entre los demás gentiles. 14 A griegos y a no griegos, a
sabios y a no sabios soy deudor. 15 Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a
anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
El poder del evangelio
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en
el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito:
Mas el justo por la fe vivirá.
La culpabilidad del hombre
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo
que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque
las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa. 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios,
se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza
de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias
de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya
que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las
criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres
cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y
recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.
28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una
mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia,
homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores,
aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males,
desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural,
implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios,
que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino
que también se complacen con los que las practican.
El justo juicio de Dios
ROMANOS 2
1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas;
pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces
lo mismo. 2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales
cosas es según verdad. 3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal
hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4 ¿O menosprecias
las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no
arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación
del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7
vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e
inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la
verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo
ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero
gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y
también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios.
12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos
los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los
oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán
justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí
mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando
testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16
en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres,
conforme a mi evangelio.
Los judíos y la ley
17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te
glorías en Dios, 18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo
mejor, 19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en
tinieblas, 20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley
la forma de la ciencia y de la verdad. 21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te
enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22 Tú que
dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos,
¿cometes sacrilegio? 23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley
deshonras a Dios? 24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado
entre los gentiles por causa de vosotros.
25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres
transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 26 Si, pues,
el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su
incircuncisión como circuncisión? 27 Y el que físicamente es incircunciso, pero
guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con
la circuncisión eres transgresor de la ley. 28 Pues no es judío el que lo es
exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres,
sino de Dios.
ROMANOS 3
1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? 2
Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la
palabra de Dios. 3 ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su
incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? 4 De ninguna manera; antes
bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito:
Para que seas justificado en tus palabras,
Y venzas cuando fueres juzgado.
5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será
injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) 6 En ninguna manera; de otro
modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? 7 Pero si por mi mentira la verdad de Dios
abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? 8 ¿Y por qué no
decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirma
que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?
No hay justo
9 ¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos
acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10 Como está
escrito:
No hay justo, ni aun uno;
11 No hay quien entienda.
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
13 Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
14 Su boca está llena de maldición y de amargura.
15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;
16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;
17 Y no conocieron camino de paz.
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.
19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la
ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de
él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
La justicia es por medio de la fe
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,
testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de
la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre,
para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia,
los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a
fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de
las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es
justificado por fe sin las obras de la ley. 29 ¿Es Dios solamente Dios de los
judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los
gentiles. 30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la
circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la
fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
El ejemplo de Abraham
ROMANOS 4
1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? 2 Porque
si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para
con Dios. 3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue
contado por justicia. 4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como
gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica
al impío, su fe le es contada por justicia. 6 Como también David habla de la
bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, 7 diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o
también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue
contada la fe por justicia. 10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la
circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la
incircuncisión. 11 Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la
justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de
todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea
contada por justicia; 12 y padre de la circuncisión, para los que no solamente
son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo
nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.
La promesa realizada mediante la fe
13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que
sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. 14 Porque si los que
son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. 15
Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea
firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino
también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros
17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios,
a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como
si fuesen. 18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de
muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto
(siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20 Tampoco
dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe,
dando gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que era también poderoso para
hacer todo lo que había prometido; 22 por lo cual también su fe le fue contada
por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue
contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada,
esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor
nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación.
Resultados de la justificación
ROMANOS 5
1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en
la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo
que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba,
esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno
osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya
justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación.
Adán y Cristo
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se
inculpa de pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun
en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura
del que había de venir.
15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de
aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y
el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16 Y con el don no sucede
como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa
de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas
transgresiones para justificación. 17 Pues si por la transgresión de uno solo
reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los
hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los
muchos serán constituidos justos. 20 Pero la ley se introdujo para que el pecado
abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21 para que así
como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia
para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Muertos al pecado
ROMANOS 6
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha
sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya
no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al
pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así
también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis
en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado
como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo
la ley, sino bajo la gracia.
Siervos de la justicia
15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?
En ninguna manera. 16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios, que aunque
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a
ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad;
que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la
inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros
miembros para servir a la justicia.
20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?
Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora que habéis sido libertados del
pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y
como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Analogía tomada del matrimonio
ROMANOS 7
1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley
se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? 2 Porque la mujer casada está
sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella
queda libre de la ley del marido. 3 Así que, si en vida del marido se uniere a
otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa
ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.
4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo
de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que
llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones
pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para
muerte. 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en
que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y
no bajo el régimen viejo de la letra.
El pecado que mora en mí
7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el
pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no
dijera: No codiciarás. 8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento,
produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Y yo sin
la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo
morí. 10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó
para muerte; 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó,
y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento
santo, justo y bueno.
13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino
que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo
que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser
sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy
carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto
hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace
aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi
carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y
si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo
otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí!
¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por
Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios,
mas con la carne a la ley del pecado.
Viviendo en el Espíritu
ROMANOS 8
1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;
pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse
de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto
los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la
ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios.
9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto
a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a
la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el
Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es
que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19 Porque
el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21 porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a
una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23 y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención
de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que
se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si
esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos
de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál
es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede
por los santos.
Más que vencedores
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó;
y a los que justificó, a éstos también glorificó.
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a
los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a
la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
La elección de Israel
ROMANOS 9
1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el
Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3
Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis
hermanos, los que son mis parientes según la carne; 4 que son israelitas, de los
cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto
y las promesas; 5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la
carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los
siglos. Amén.
6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de
Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos;
sino: En Isaac te será llamada descendencia. 8 Esto es: No los que son hijos
según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la
promesa son contados como descendientes. 9 Porque la palabra de la promesa es
esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no sólo esto, sino
también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían
aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12
se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a
Esaú aborrecí.
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues
a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me
compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni
del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice
a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para
que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que de quien
quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su
voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?
¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21 ¿O no
tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso
para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y
hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados
para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró
para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a
los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino
también de los gentiles? 25 Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de
Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo; 28 porque el
Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. 29 Y
como antes dijo Isaías:
Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia,
Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
La justicia que es por fe
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han
alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31 mas Israel, que
iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 32 ¿Por qué? Porque iban tras ella
no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de
tropiezo, 33 como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
ROMANOS 10
1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel,
es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios,
pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando
establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 4 porque el
fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga
estas cosas, vivirá por ellas. 6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No
digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a
Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo
de entre los muertos). 8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca
y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares
con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó
de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo
aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre
judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los
que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo.
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en
aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y
cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! 16 Mas no
todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a
nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios. 18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,
Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,
Y hasta los fines de la tierra sus palabras.
19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice:
Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;
Con pueblo insensato os provocaré a ira. 20 E Isaías dice resueltamente:
Fui hallado de los que no me buscaban;
Me manifesté a los que no preguntaban por mí. 21 Pero acerca de Israel dice:
Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.
El remanente de Israel
ROMANOS 11
1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también
yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 No
ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué
dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3 Señor,
a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he
quedado, y procuran matarme? 4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he
reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. 5
Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. 6 Y
si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y
si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo
han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; 8 como está escrito: Dios les dio
espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día
de hoy. 9 Y David dice:
Sea vuelto su convite en trampa y en red,
En tropezadero y en retribución;
10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,
Y agóbiales la espalda para siempre.
La salvación de los gentiles
11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera;
pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a
celos. 12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la
riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?
13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles,
honro mi ministerio, 14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de
mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. 15 Porque si su exclusión es la
reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?
16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es
santa, también lo son las ramas.
17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre,
has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y
de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas,
sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás,
fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad
fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino
teme. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te
perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces
en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 23 Y aun ellos, si
no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para
volverlos a injertar. 24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es
olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto
más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
La restauración de Israel
25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis
arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26
y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
27 Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados. 28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por
causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los
padres. 29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30 Pues
como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora
habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31 así también
éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a
vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32 Porque Dios sujetó a todos en
desobediencia, para tener misericordia de todos.
33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién
entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35 ¿O quién le dio a él
primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él,
son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Deberes cristianos
ROMANOS 12
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros,
que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de
sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4
Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo
en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. 6 De manera que, teniendo
diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña,
en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con
alegría.
9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los
unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a
los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en
espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la
tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de
los santos; practicando la hospitalidad.
14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15 Gozaos con los
que se gozan; llorad con los que lloran. 16 Unánimes entre vosotros; no altivos,
sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los
hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la
ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de
beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No
seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
ROMANOS 13
1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo
que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que
resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están
para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer
la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de
Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la
espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5
Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo,
sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto pagáis también los
tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.
7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto,
impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.
8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al
prójimo, ha cumplido la ley. 9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás,
no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta
sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal
al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque
ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La
noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día,
honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en
contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para
los deseos de la carne.
Los débiles en la fe
ROMANOS 14
1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 2 Porque
uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 3 El
que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que
come; porque Dios le ha recibido. 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?
Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es
el Señor para hacerle estar firme.
5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada
uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6 El que hace caso del día,
lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace.
El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come,
para el Señor no come, y da gracias a Dios. 7 Porque ninguno de nosotros vive
para sí, y ninguno muere para sí. 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si
morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del
Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para
ser Señor así de los muertos como de los que viven.
10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a
tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. 11 Porque
escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios. 12 De manera que cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí.
13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid
no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 14 Yo sé, y confío en el Señor
Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es
inmundo, para él lo es. 15 Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se
pierda aquel por quien Cristo murió. 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien;
17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es
aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la
mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas
las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a
otros con lo que come. 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que
tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. 22 ¿Tienes tú fe? Tenla para
contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo
que aprueba. 23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo
hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
ROMANOS 15
1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles,
y no agradarnos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en
lo que es bueno, para edificación. 3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo;
antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron
sobre mí. 4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza. 5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé
entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una
voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
El evangelio a los gentiles
7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió,
para gloria de Dios. 8 Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la
circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas
a los padres, 9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia,
como está escrito:
Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles,
Y cantaré a tu nombre. 10 Y otra vez dice:
Alegraos, gentiles, con su pueblo. 11 Y otra vez:
Alabad al Señor todos los gentiles,
Y magnificadle todos los pueblos.
12 Y otra vez dice Isaías:
Estará la raíz de Isaí,
Y el que se levantará a regir los gentiles;
Los gentiles esperarán en él. 13 Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y
paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
14 Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis
llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis
amonestaros los unos a los otros. 15 Mas os he escrito, hermanos, en parte con
atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada
16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de
Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el
Espíritu Santo. 17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a
Dios se refiere. 18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por
medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,
19 con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de
manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he
llenado del evangelio de Cristo. 20 Y de esta manera me esforcé a predicar el
evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre
fundamento ajeno, 21 sino, como está escrito:
Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán;
Y los que nunca han oído de él, entenderán.
Pablo se propone ir a Roma
22 Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros. 23 Pero
ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos
años ir a vosotros, 24 cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros
al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con
vosotros. 25 Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. 26 Porque
Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay
entre los santos que están en Jerusalén. 27 Pues les pareció bueno, y son
deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus
bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. 28 Así
que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre
vosotros rumbo a España. 29 Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con
abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.
30 Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del
Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, 31 para que sea librado de los
rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en
Jerusalén sea acepta; 32 para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de
Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros. 33 Y el Dios de paz sea con
todos vosotros. Amén.
Saludos personales
ROMANOS 16
1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia
en Cencrea; 2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la
ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a
muchos, y a mí mismo.
3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, 4 que
expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también
todas las iglesias de los gentiles. 5 Saludad también a la iglesia de su casa.
Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo. 6
Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. 7 Saludad a
Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales
son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en
Cristo. 8 Saludad a Amplias, amado mío en el Señor. 9 Saludad a Urbano, nuestro
colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado mío. 10 Saludad a Apeles,
aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. 11 Saludad a
Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en
el Señor. 12 Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor.
Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. 13 Saludad a
Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía. 14 Saludad a Asíncrito, a
Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos.
15 Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los
santos que están con ellos. 16 Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.
Os saludan todas las iglesias de Cristo.
17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y
tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os
apartéis de ellos. 18 Porque tales personas no sirven a nuestro Señor
Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas
engañan los corazones de los ingenuos. 19 Porque vuestra obediencia ha venido a
ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios
para el bien, e ingenuos para el mal. 20 Y el Dios de paz aplastará en breve a
Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con
vosotros.
21 Os saludan Timoteo mi colaborador, y Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes.
22 Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor.
23 Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia. Os saluda Erasto,
tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.
24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
Doxología final
25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo,
según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos
eternos, 26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los
profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las
gentes para que obedezcan a la fe, 27 al único y sabio Dios, sea gloria mediante
Jesucristo para siempre. Amén.